Investigación chilena propone nuevo enfoque para evaluación ambiental en salmonicultura
¿Qué tiene que ver la presencia de bacterias en los fondos marinos con la sustentabilidad de la salmonicultura? Según un reciente estudio chileno, absolutamente todo. Hasta hoy, la presencia de unos mantos blanquecinos (formados por bacterias) en el fondo marino bajo los centros de cultivo de salmón se consideraba automáticamente una señal de impacto negativo, obligando a costosos procesos de mitigación e incluso el cierre temporal de operaciones. Una nueva investigación desarrollada por científicos chilenos revela que esta interpretación podría ser replanteada, inclinando el actual proceso regulatorio a un lineamento basado en ciencia y con estándares internacionales.
El estudio demuestra que estos mantos blancos, formados por bacterias o GSOB (gigantes bacterias oxidantes de azufre), no son necesariamente indicadores de problemas ambientales, sino que forman parte natural del ecosistema marino y pueden tener distintos significados según su contexto o presencia gradual en los fondos rocosos. Esta revelación abre la puerta a un sistema de evaluación ambiental más preciso, menos costoso y realmente enfocado en la protección efectiva del medio ambiente.
Esta investigación, liderada por el Dr. Carlos Aranda de la Universidad de Los Lagos y publicada en la prestigiosa revista Marine Pollution Bulletin, evaluó los cambios bacterianos en fondos rocosos, con especial atención en estas coberturas bacterianas y su potencial como indicadores visuales en la evaluación ambiental del sector.
«Hasta ahora, la regulación simplemente considera que, si hay bacterias blancas, hay problemas. Lo que hemos descubierto es que la realidad es mucho más compleja. Estas bacterias se relacionan de forma sofisticada con todo el ecosistema marino, y su simple presencia no indica necesariamente un impacto negativo», explica el Dr. Carlos Aranda, investigador de la Universidad de Los Lagos y autor principal del artículo científico.
El trabajo plantea que los actuales criterios binarios (presencia/ausencia) utilizados para clasificar el impacto ambiental deberían evolucionar hacia un enfoque más integral, que incorpore múltiples factores como: i) El porcentaje de cobertura de estas bacterias, ii) Las comunidades de otros organismos presentes, y iii) Diversos parámetros fisicoquímicos del agua y sedimentos.
Felipe Tucca, coordinador de investigación de INTESAL, señala que «desde el Plan de Ciencia de INTESAL buscamos comprender mejor los fondos marinos. Con nuevas metodologías, y el uso de bioindicadores como bacterias visibles oxidantes de azufre, replanteamos la evaluación de los mantos blanquecinos hacia una gestión ambiental más ecológica y basada en ciencia».
Este avance representa un cambio de paradigma en la forma de evaluar la interacción entre la salmonicultura y los ecosistemas marinos. Para la salmonicultura, significa la posibilidad de contar con métodos de evaluación más precisos y científicamente respaldados, mientras que para las autoridades ambientales ofrece herramientas más efectivas para la toma de decisiones basadas en evidencia científica.
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